La causa principal del cólera es la bacteria Vibrio cholerae; aunque hay otras especies de esta bacteria que también pueden llegar infectar a los humanos, sin embargo, la diarrea que provocan normalmente es mucho menos severa que la provocada por la Vibrio cholerae. Hay diferentes fuentes que pueden transportar o contener esta bacteria, facilitando así el contagio.
La principal fuente de contagio de la bacteria del cólera la constituyen las aguas contaminadas, en las que se vierten residuos o aguas fecales. Este agua puede emplearse para beber o para lavar alimentos como frutas y hortalizas y, de esta manera, la bacteria se introduce en el organismo. Es por ello que alimentos como frutas, cereales -especialmente el arroz o el mijo- u hortalizas sin cocinar, sin pelar o sin desinfectar adecuadamente, también pueden ser el origen de la bacteria.
El marisco o el pescado pueden también transmitir el cólera, debido a que muchas veces son pequeños crustáceos microscópicos los portadores de las bacterias y, al ser ingeridos por moluscos, mariscos o peces que suponen una fuente alimenticia del ser humano, pueden acabar dentro de nuestro organismo.
En las zonas consideradas endémicas, donde los casos de cólera son más comunes, como África, algunas zonas de Asia, Latinoamérica y Centroamérica (Haití), los brotes suelen darse durante los meses más cálidos, y la incidencia de la enfermedad es mayor entre los niños.
En muy pocas ocasiones el cólera se transmite de persona a persona.
Síntomas del cólera
- Náuseas y vómitos en los estadios iniciales de la enfermedad.
- Calambres musculares, a consecuencia de la pérdida de sales minerales e iones por las heces.
- Deshidratación (irritabilidad, somnolencia, ojos hundidos, piel seca y pálida, boca seca…), que puede presentarse transcurridas solo algunas horas tras la aparición de los síntomas.
- Shock si la pérdida de líquido es importante, pudiendo provocar que la presión sanguínea caiga en picado, disminuyendo la cantidad de oxígeno que alcanza los órganos, y obligando al corazón a trabajar más rápido para compensarlo, hasta que se agota y se detiene, sobreviniendo la muerte.
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